Este cuatrimestre, ha sido, cuanto menos, inusual. Desde que llegué al Colegio Mayor Santa María en septiembre, ese lugar que siento como mi segunda casa, he ido experimentando miles de emociones y sensaciones distintas, la mayoría de las veces, sentimientos encontrados ante la incertidumbre, ante el miedo, ante el cambio. Al principio no fue nada fácil adaptarse a las nuevas medidas, tenía que concienciarme de que ya no podíamos comer 6 en una mesa, que no podíamos estar muchas en la sala de la tele, y así como tantos momentos de nuestro día a día que quedaron reducidos a lo legalmente establecido. Sin embargo, iba aprendiendo a disfrutar de la nueva realidad, me iba concienciando a la vez que valoraba aún más lo que teníamos antes, todo parecía estar estable, hasta que recibimos la noticia del primer positivo en el colegio. En ese momento no sabría con palabras describir lo que experimenté en mi interior, pues una ola de preguntas comenzaron a azotar mi mente; ¿seré contacto estrecho?, ¿tengo que confinarme?, ¿con quién tengo que hablar?, entre otras muchas. El miedo se iba apoderando de mi a la vez que la angustia de pensar que había alguna mínima probabilidad de contagiarme, pero siempre recordaré la tranquilidad que Chus, la directora del Colegio, nos transmitió. Ella, aun cuando veía que la situación podía desbordarse en cualquier momento, siempre trataba de transmitirnos calma, pero junto a esa calma, trataba de hacernos conscientes de la gravedad de la situación ante la que nos encontrábamos.
Estos meses han sido principalmente meses de aprendizaje, meses en los que inconscientemente, he trabajado la empatía, la convivencia, y la responsabilidad social desde su aspecto más sincero; cuando las practicas con personas a las que quieres. Han sido muchas las veces que mis amigas y yo no nos hemos juntado en una habitación por no exponernos a riesgo de contagio, también otras en las que he visto a mis padres a distancia y con mascarilla para no ponerles en peligro por si cabía alguna posibilidad. Han sido muchas las veces que aunque no ha sido fácil, ahora que miro hacia atrás siento que lo que he hecho principalmente ha sido querer y proteger a mi gente. Es cierto que se han dado ocasiones en las que no era miedo, sino impotencia y enfado, de que hubiese personas que no respetasen las medidas impuestas, pero son momentos que a la larga solo te hacen aprender de que en situaciones extraordinarias como vivimos, tu mismo es quien tiene que hacer todo lo posible para mejorar la situación para que si el de al lado no lo hace, la repercusión sea un poco más leve.
En definitiva, este cuatrimestre he vivido días de tensión, de angustia, de desesperación, pero también he sabido experimentar momentos muy enriquecedores porque, el espíritu del Colegio Mayor hace fácil lo difícil, ya que, sintiéndote en casa, siempre permanece la luz ante la adversidad.
Laura Gámez Jiménez
3º de Derecho
Qué sensatez, me encanta !